Por: Keyla Castro
Desde los tiempos más remotos la música ha sido una aliada para aquellos que están sumidos en la tristeza, soledad o enfrentando malas situaciones. El escenario que prepara la música transmite armonía, paz, alegría y entusiasmo, que hacen que el corazón vibre y se renueve nuevamente.
Sus propiedades terapéuticas han sido atesoradas desde hace muchos años e incluso se piensa que desde los orígenes mismos de la humanidad. Lo que más se conoce son las grabaciones llamadas “Efecto Mozart”, dedicadas a estimular sanamente habilidades cognitivas de bebés con piezas musicales del austríaco. “La musicoterapia es una técnica complementaria validada a través de estudios e investigaciones a nivel mundial”, comenta Luz Marina Ramírez, musicoterapeuta.
Según la Federación Mundial de Musicoterapia nos dice que no es invasiva y que con el sonido se llega al origen de los problemas o enfermedades de los pacientes. “Así como el sonido nos puede producir un desequilibrio, también el sonido adecuado nos puede sanar”.
La técnica busca descubrir potenciales y/o restituir funciones del individuo, para que éste alcance una mejor organización intra y/o interpersonal y, consecuentemente, una mejor calidad de vida. La terapia facilita y promueve procesos de comunicación, aprendizaje, movilización, expresión y organización de vida, que se corresponden con necesidades físicas, psíquicas, sociales y cognitivas.
En este sentido, se afirma que la música es perfecta para resolver problemas psicológicos, reducir el dolor en enfermedades terminales, mejorar la autoestima, superar problemas de aprendizaje y de baja autoestima, así como también ayudaría en procesos de desintoxicación de adicciones.